El científico alemán llegó a Montevideo el 24 de abril de 1925 invitado por la Universidad de la República.
La invitación era para que el físico dictara tres charlas sobre “Fases generales de la teoría de la relatividad”, las cuales congregaron una multitud que desbordó la capacidad locativa de la institución, reuniendo a más de 2000 personas cada una.
Einstein tenía un propósito más en su visita: conocer personalmente a Carlos Vaz Ferreira, el escritor, filósofo y académico uruguayo. El encuentro se concretó en la plaza conocida en la actualidad como de los Treinta y Tres, donde desde 2008 un monumento recuerda este importante momento.
Asimismo, una delegación de la colectividad judía uruguaya recibió a Einstein (entonces de 46 años de edad, nacido en la ciudad alemana Ulm en 1879) y conversó con él sobre los distintos problemas que afectaban a los judíos en ese tiempo.
Fuente: http://www.ort.edu.uy/29181/9/a-90-anos-de-la-visita-de-einstein-a-uruguay.html
Monumento que recuerda el encuentro entre Albert Einstein y Carlos Vaz Ferreira.
Una tarde, el notable físico, que aportó al conocimiento del siglo 20 la Teoría de la Relatividad y la concepción del campo unificado, recorrió a pie el centro del Montevideo de la época, acompañado por Carlos Vaz Ferreira, su anfitrión. Como dos amigos, se sentaron imprevistamente a conversar en un banco de la plaza Artola, que no es otra que la llamada, popularmente, Plaza de los bomberos. Los dos hombres, en ese momento ya personalidades sobresalientes de su tiempo, se conocían y profesaban un afecto mutuo, sustentado fundamentalmente en el respeto intelectual. Ambos leían sus obras y gustaban de intercambiar correspondencia para tratar, a la distancia, temas de interés común. Era lógico, entonces, que aprovecharan este encuentro para charlar, sin testigos, en un momento de privacidad. Sin embargo, la prensa de la época recogió, al menos en parte, la conversación.
“Mi concepto del universo es circunferencial. Partiendo de un punto, la línea parece que se aleja de él, pero en realidad a él se acerca y en él termina. Quiero decir, que lo que se aleja, se acerca, que lo que se va, viene; que lo que está aquí, está realmente allí; que la luz es la sombra; que lo que es, no es…» explicó el ilustre visitante a su dilecto amigo, enfrascados ambos en la aventura de una plática personal, directa, que hasta ahora había sido esquiva. Con asombro, un periodista del diario El País seguía paso a paso la conversación. Con la mayor discreción del mundo, y haciendo gala de un envidiable sigilo, recogió el diálogo en una versión taquigráfica que el matutino de la Plaza Cagancha publicaría en su edición del 25 de abril de 1924.
“No creo tanto pero sí que lo que se aleja puede en realidad estarse acercando; que lo que está aquí puede realmente estar allí; que la luz puede ser la sombra; que las apariencias engañan, que lo que es, puede ser que lo sea y puede ser que no…» replicó Vaz Ferreira, cuyo placer por la polémica de ideas era bien conocida en su tiempo.
“Fijaos en la luz del sol….” insistió Einstein.
“¿Y quién puede afirmar que esa luz es del sol y que el sol es él?» interrogó el filósofo uruguayo.
“Es que seguramente ni el sol es el sol, ni la luz es la luz, ni que la estoy viendo, ni yo soy yo… ” dictaminó Einstein que, en el transcurso de la charla que ambos sostuvieron, habló en un español llamativamente claro.
“Yo no llego a ser tan radical» contestó Vaz Ferreira al decir que “no afirmo que yo no sea yo, pero diga que es posible que no lo fuera o que lo fuera”, al incursionar en una de sus líneas arguméntales favoritas.
“Usted dice que dice, pero por mi teoría, en verdad, no dice nada….” zanjó el hombre que había hecho tambalear los cimientos de la Física en el primer cuarto de siglo.
“Y por lamía, usted puede ser que esté diciendo algo y puede ser que no” ratificó en sus trece el autor de Lógica Viva.
Llegados a este punto, Einstein tomó el toro por los cuernos:» ¿Hablo con Vaz Ferreira ?”, preguntó. La respuesta no se hizo esperar: “Según mi teoría puede ser que sí», sentenció muy seguro su anfitrión. Y a continuación, retrucó : “Y yo, ¿hablo con Einstein ?»
Este fragmento se publico en la revista Posdata, año 1994
En esta casa que pertenencia a la familia Naum Rossenblatt se hospedo Albert Einstein en su visita a Montevideo. 18 de Julio casi Vazquez.