Residencia Blixen de Castro

Hotel privado, propiedad de la señora Blixen de Castro.

Obra del arquitecto José P. Carré, el conocido profesor francés que dirige desde hace algunos años, con indiscutible competencia, los «ateliers» superiores de arquitectura de nuestra facultad. Este hotel se levanta en una de las avenidas principales de la ciudad, precisamente en su sitio más privilegiado, desde donde se dominan los alrededores y la vista se extiende al infinito sobre el horizonte del mar. La forma misma del terreno, en pendiente del lado sud, favorece la ubicación de la cosntrucción, que tiene la fachada principal sobre la avenida, mientras la fachada posterior, se desarrolla al nivel superior del jardín.

El centro de la casa, está ocupado por el hall, alrededor del cual se encuentran dispuestas las piezas de recepción: salón, escritorio, ante-escritorio, comedor y billar, y arriba, las piezas de habitación. El hall tiene piso de mosacio veneciano, estando sus paredes revestidas de roble y tapicería de gobelinos. La escalera es también de roble, así como la baranda del piso alto. El techo está formado por una armadura de cemento armado, soportando un plafonier compuesto de hierro, plomo y vidrios de colores, que está rodeado por una guarda de bronce para la aereación. Por encima está colocada una claraboya corrediza, dejando entre ella y la vidriera, un espacio libre en el cual corre el toldo.

La entrada es de stuc, imitación piedra. El vestíbulo también es de stuc, imitación mármol. Los cielos rasos son de yeso. Los parquets llevan guardas de roble.

Se ha sacado partido en el piso alto, de la magnifica vista sobre el mar, para disponer una «verandha» con un largo balcón; verandha que proteja de los vientos del sud; y una gran terraza sobre la bajada acubierto, al nivel del piso superior.

Del lado norte, sobre la fachada, se encuentran dispuestos en el piso alto, los dos dormitorios principales, con sus dependencias: cuartos de baño, gran ante-cámara con armarios, y en el centro un lujoso «boudoir», con una amplia ventana a la calle.

Delante de las piezas de habitación se han reservado dos «loggias», con el objeto de atenuar los ardores del sol, y al mismo tiempo crear una terraza cubierta, desde la cual se puede tener a la vista de la calle, sin interceptar la circulación del aire. Constituye una especie de sala exterior, en la cual puede estarse en la sombra, bien a cubierto de la vista de la calle. La luz y el aire penetran abundantemente, por la parte superior de las «loggias».

El estilo de la casa resulta de las condiciones mismas del programa, que el arquitecto ha querido seguir en sus exigencias: la distribución interior, la orientación, el clima, la higiene, y los materiales empleados. Sin renegar de las tradiciones del pasado, él ha querido apoyándose sobre sólidas bases, adquiridas en el estudio clásico francés, rejuvenecer las formas de los siglos precedentes al nuestro, para adaptarlas a una visión más moderna y más en armonía con nuestro clima.

En nuestra época, resulta un contrasentido querer imitar servilmente los estilos pasados; debiendo el arquitecto lógicamente adaptarse a las nuevas exigencias de la construcción y de la higiene modernas, aprovechando sin duda, las lecciones que nos dan los mejores ejemplos de las obras clásicas, pero mirando siempre adelante, en la vía del progreso, para crear formas en armonía con las necesidades de la civilización actual.

FUENTE: Revista Arquitectura – Año I – Número I – Setiembre de 1914.

https://nomada.uy/guide/view/attractions/3999

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