Quinta de Fynn

En 1872, el arquitecto Víctor Rabú diseñó un proyecto arquitectónico encargado por el empresario Enrique Fynn que dejó una marca notable en la historia arquitectónica de Montevideo. La construcción, ubicada en la esquina de Avenida Agraciada y Capurro, destacó por su estilo exótico que rompía con las convenciones de la época.

Características del Diseño

La obra se caracterizaba por sus techos de aleros muy salientes y encorvados hacia arriba, inspirados en las formas utilizadas en la arquitectura religiosa china. Este diseño inusual le dio un aire de exotismo que contrastaba fuertemente con el resto de las edificaciones de la ciudad, ilustrando un eclecticismo extremo. Este «baile de máscaras» arquitectónico fue una tendencia que atrapó a buena parte de la alta sociedad uruguaya de finales del siglo XIX.

Propietarios y Uso

Originalmente construida para Enrique Fynn, la propiedad pasó luego a manos de Butler y posteriormente de Ramón Arocena. La edificación no solo sirvió como una residencia impresionante, sino que también se convirtió en un símbolo de status y prestigio para sus propietarios.

Desaparición y Legado

A pesar de su valor arquitectónico y cultural, la construcción fue demolida décadas atrás, privando a la ciudad de uno de sus ejemplos más distintivos de arquitectura ecléctica. Sin embargo, su memoria persiste como un testimonio de la audacia y la diversidad estilística que caracterizaron una época particular de la historia de Montevideo.

Un Recuerdo Familiar

En 1915, Matilde Artagaveytia, viuda de Ramón Arocena, decidió inmortalizar su descendencia con una fotografía. De su matrimonio nacieron 16 hijos, y en la fotografía, que incluyó a hijos, nietos y bisnietos, aparecieron unas 155 personas, dejando un legado visual de una extensa y prolífica familia.

Galería de fotos

La foto de la familia Arocena:

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