Sarandí esquina Juncal. En el entorno del 900, con la efigie de Joaquín Suárez como único referente histórico, la Plaza Independencia mostraba permanencias y desvíos del ordenamiento original, aunque mantenía una cierta unidad de conjunto y cumplía, en particular, con el objetivo de articular el vínculo del «boulevard Sarandí» con 18 de Julio, centro lineal de «la Ciudad Nueva».
El alineamiento de los bancos en la «calle-plaza» marcaba el rumbo de los transeúntes y, en el encuentro con Sarandí, dos edificios de similar porte hicieron de ese punto, durante más de un siglo, un mojón de referencia. Destacaba, en particular, el edificio de austeridad neoclásica que ocupara en esos tiempos el Nuevo Hotel Severi —y antes y después otros comercios de similar giro—, fruto de las inversiones inmobiliarias de Juan María Pérez hacia mediados del siglo XIX.
Convivió durante tres décadas frente a frente con la Ciudadela, ya reconvertida en mercado, aunque manteniendo intacta su monumental puerta. Cuando después de un ostracismo de ochenta años esta volvió a su sitio, aquella construcción centenaria ya no existía, demolida para levantar el edificio Ciudadela, en línea con los radicales criterios de reconversión urbana del Plan Director de Montevideo de 1956 y sus anexos (en particular el Plan de Remodelación Integral de la Península, calurosamente apoyado por la Asociación Pro Ciudad Vieja).
Texto extraído de la exposición del Parque Rodo Arquitecturas ausentes