En el periodo que va desde el fin de la guerra de 1904, hasta el inicio de la Segunda Guerra mundial, se forja un concepto de Estado cuya génesis es el primer gobierno Batllista.
En efecto, con una idea fuerza base de insertar el país en el mundo y la de crear una sociedad moderna -desde la óptica propia de la elite gobernante del periodo- y crear un Estado unitario con fines sociales, se emprenden obras que “proyectan el país al mundo”.
La construcción del Palacio Salvo, la del Palacio Legislativo, la intervención en torneos deportivos extra-americanos, son la plasmación visible de proyectos, tanto públicos como privados, encaminados en el contexto de ese “colocar al País en el Mundo“y en el de consolidar un Estado y una Nacionalidad.
Los Entes Públicos y su Monopolio no son parte menor de esa Política de Estado; la construcción de edificios administrativos de centrales – en este caso la Central Termoeléctrica José Batlle y Ordóñez – son la plasmación de esa independencia energética y productiva al Servicio de un Estado con fines sociales.
La Central Termoeléctrica José Batlle y Ordóñez es una de las concreciones de esa idea como Política de Estado.
Erigida en 2 años -pese a la crisis del 29- nos habla de un concepto de Política de Estado de proyectos a largo plazo en bien del colectivo Nacional.
Edificio símbolo de esa “Independencia Energética”, además de ese “Estar en el Mundo”, de líneas Art Decó, el slogan de U.T.E reconvertido en la folletería de propaganda de la época en: “Uruguay Totalmente Electrificado” es todo un símbolo del concepto de la modernidad y que esa “Modernidad “ pasa por Entes Estatales con fines Sociales y Productivos.
Es además de un hito arquitectónico, uno de los tantos símbolos de esa generación que marcó y marca aún en el presente, un concepto de Estado concebido con un fin social, idea que está arraigada en el inconsciente colectivo.
TEXTO: Emiliano Felipe Fernandez Fernandez