Se ubica sobre Bulevar General Artigas, al fondo sobre Quijote y entre Caribes y Colorado.
Se ubica sobre Bulevar General Artigas, al fondo sobre Quijote y entre Caribes y Colorado.
El día 21 de enero de 1946 marca una etapa de realizaciones en la gestión que, no sin vencer serias dificultades, viene cumpliendo el directorio de UTE.
El Cabildo de Montevideo fue protagonista de importantes acontecimientos políticos, sociales y culturales durante los siglos, XVIII XIX y XX.
El Hotel Casino Carrasco conocido también como Sofitel Montevideo Casino Carrasco and Spa, es un hotel e histórico edificio de la ciudad de Montevideo. Está ubicado sobre la Rambla de Montevideo, en el barrio de Carrasco.
Es conocida también como Plaza Cagancha. La columna de la paz, situada en dicha plaza, es el kilómetro cero de las carreteras nacionales.
Este edificio está situado en uno de los puntos más notables de la ciudad, en la esquina de la Avenida 18 de julio y la Plaza Cagancha.
El Edificio Central de la Universidad de la República (UDELAR) -actual sede principal de la Facultad de Derecho, la rectoría y el cogobierno universitario-, cumplió 110 años el 22 de enero.
En el periodo que va desde el fin de la guerra de 1904, hasta el inicio de la Segunda Guerra mundial, se forja un concepto de Estado cuya génesis es el primer gobierno Batllista.
Edificio construido a principios del siglo XX. Se desarrolla en cinco niveles y subsuelo.
En el cruce de las calles Colonia y Arenal Grande se levanta majestuoso el Palacio Sindical "Dr. Carlos María Fosalba".
"Pocos años faltan para que cumpla un siglo el "Molino del Galgo" que se levanta en la esquina de las calles Pan de Azúcar y General Timoteo Aparicio, constituyendo la más antigua construcción existente en la planta urbana de nuestra Villa.
La construcción de un Pabellón de Pasajeros en el Muelle A del Puerto de Montevideo fué resuelta directamente por el ex-Ministro de Obras Públicas, Arquitecto don Humberto Pittamiglio, quien por intermedio de esa Secretaría de Estado promovió un concurso de proyectos, habiendo obtenido el primer premio el arquitecto F. Fleu- ry - Tronquoy de Buenos Aires.
Arquitecto: Armando Acosta y Lara. El edificio ha sido proyectado de acuerdo con el programa e indicaciones formuladas por el propietario.
Dentro de breves semanas Peñarol dará cima -en forma oficial- a una de las obras más monumentales del país.
A fines del siglo XIX era una costumbre masculina parar en el Café de las Pyramides ubicarse en alguna mesa cerca de las ventanas y desde allí contemplar el discreto despilfarro de las pantorrillas de las damas subiendo al tranvía, que tenía parada en la esquina de Ituzaingó y Sarandí.
Al “69, rué du Chabron”, cuando París era literalmente una fiesta. Allí, Pedro J. Cásteres, un uruguayo hijo de inmigrantes franceses, estableció en 1907 un escritorio que se encargaría de las compras necesarias para abastecer una tienda que planeaba inaugurar en montevideo. Durante el transcurso de medio siglo -con una única interrupción a causa de la Segunda Guerra Mundial- esa oficina fue el cuartel general de sus distintos encargados de compras del London-París.
El comercio abrió sus puertas en marzo de 1908 en la esquina de 18 de Julio y Río Negro, ocupando parte de un edificio perteneciente a la Compañía de seguros Standard Life, construido por el arquitecto inglés John Adams. Casterés había sido durante años el encargado de compras para una empresa mayorista, por lo cual viajaba con frecuencia a Europa. Allí concibió la idea de instalar en Montevideo una tienda con características comerciales más vanguardistas que las ya existentes.
Desde un comienzo, en el London-París se fijaron directivas que debían ser seguidas al pie de la letra: ventas rigurosamente al contado, devolución del importe de todo artículo que no agradara y bajo ningún concepto, la realización de liquidaciones, ni de ventas extraordinarias.
A partir de 1914 se comenzó a editar un catálogo semestral conteniendo una descripción detallada de los artículos a la venta con sus respectivos precios. Por tanto, éstos se mantenían inalterados durante ese lapso. La publicación era enviada “de modo gratuito a cualquier hogar del interior del país”, según se establecía en el catálogo..
De mercería a magasin
Desde el momento de su inauguración la empresa obtuvo logros económicos remarcables. Casterés fue incorporando, en sus viajes de compras, nuevas mercaderías que fueron convirtiendo a la tienda y mercería de los primeros años, en un comercio que terminó vendiendo los más sofisticados artículos al mejor estilo de gran magasin de París. Aun durante el periodo 1914-1918, Casterés continuó sus travesías a Europa, EE.UU. e incluso a Japón, en busca de nuevos artículos para abastecer las diferentes secciones de la tienda. Juan P. Tapie, mientras tanto, se encargaba de la administración general de la empresa en Montevideo.
El aumento de las ventas llevó a la expansión edilicia del London-París. La primera ampliación, al alquilar los tres pisos de un edificio anexo. Pocos años después, en 1924 ya ocupando Tapie la titularidad de la empresa, fue comprado el edificio a la compañía de seguros, obteniendo así 5.447 metros cuadrados de edificación. Desde alli en más las ampliaciones fueron continuas, llegando en la década del cincuenta a ocupar 21.00 metros cuadrados edificados en seis pisos y dos subsuelos. Estos se conectaban a través de amplias escaleras de mármol y de ocho grandes ascensores con puertas metálicas y espejos. Jóvenes ascensoristas uniformados de azul, anunciaban los diferentes pisos y las respectivas secciones.
Además de las clásicas secciones de Sastrería de hombres, camisería, confecciones para señoras, bazar, perfumería y Zapatería -donde había una máquina de rayos X que permita verificar si el talle que se probaba era exactamente el adecuado-, el London contaba con otras más específicas: de artículos religiosos, de tapicería, de deportes e incluso de atuendos para el hombre de campo.
Quien entraba al local de 18 y Río Negro podía encontrar en él una cantidad de mercadería que por su diversidad bien podría compararse con la que hoy se ofrece en un shopping center. El local por Río Negro ocupaba toda la cuadra hasta llegar a pocos metros de la calle San José. Por la Avenida 18 Julio se extendía cincuenta metros, incluyendo terreno donde actualmente se encuentra la galería de London. Por la calle Paraguay estaban los depósitos, que al igual que la tienda, ocupaban seis pisos, o sea que cada sección disponia de todo stock en su propio piso.
Se aceptan devoluciones...
En este enorme edificio trabajaban en la época de mayor actividad más de mil empleados. Era política de la empresa tomar personal joven y en lo posible sin experiencia. Todo empleado recibía al ingresar un manual donde se especificaba las normas de conducta a cumplir. La personalidad meticulosa y detallista de Juan Tapie era perceptible en cada detalle del London París.
Por lo general, los empleados permanecian muchos años en la empresa. La plana mayor de la tienda estaba constituida por antiguos empleados que, en la mayoría de los casos, habían ingresado ocupando los cargos de menor jerarquía.
London fue también pionero en otorgar aguinaldo, cuota mutual, vacaciones pagas y otros beneficios sociales a su personal. Quien compraba en London -tanto en sus mostradores como desde su domicilio- sentía que lo estaba haciendo en una empresa preocupada en hibir la mayor seriedad comercial. Un cliente podía por ejemplo ir a la sección escolar y comprar algo tan simple como un cuaderno y al pagar, solicitar que se lo enviará a cualquier parte de la ciudad sin costo adicional. La mercadería era entregada en no más de dos horas. Para quienes no vivían en Montevideo la tienda tenía una sección catálogo que se encargaba de los pedidos del interior de la república. Los pedidos se enviaban por correo, ferrocarril, ómnibus e incluso, en la última etapa, por vía aérea a través de Pluna, que en aquellos tiempos volaba a varias capitales del interior.
Otra norma de la empresa, quizás la más característica, era que cualquier cliente podía -previa presentación de la boleta-, devolver el artículo comprado y solicitar el reintegro del dinero. Son innumerables las anécdotas acerca de las devoluciones. Una de las más repetidas por los ex-empleados, es la del vestido de novia encargado especialmente a medida. Fue devuelto meses después de haber sido comprado, aduciendo que la boda no se había llevado a cabo. La empresa devolvió el importe. Tal vez alguna septuagenaria montevideana ignore que el día de su casamiento portó un nuevo vestido de segunda
mano.
El día D...
La tienda no varió su política durante toda su vida comercial. Hubo sin embargo una excepción, que fue casi definitiva. En efecto, fue en 1963, motivado entre otras cosas por los cambios que sufría el país, que el directorio de la época presidido por Juan Arricar(h) decidió llevar a cabo una reestructura para adecuar la empresa a los tiempos modernos. Se iniciaron Tratativas para instalar una sucursal bancaria y de ese modo ofrecer la posibilidad de financiar las compras. Además, se agregó una Sección Supermercado en la planta baja por la calle Río Negro. Como primer paso se puso en marcha un relevamiento de todas las existencias de la firma con la intención de hacer una venta extraordinaria que permitiera renovar el stock. Esa venta fue promocionada en los diarios, las radios y la T.V., lo que implicó abandonar dos principios sustanciales de la empresa: nunca se había hecho publicidad ni liquidación de ningún tipo. La Multi -así se llamó a esta suerte de liquidación, eufemismo mediante- comenzó el 1 de julio de 1963 y duró quince días. El primer día entre sesenta y cien mil personas -según la prensa de la época- se concentraron desde tempranas horas en las inmediaciones del London-París. A las diez de la mañana el comercio abrió sus puertas. El público se abalanzó sobre la entrada provocando destrozos que hicieron necesaria la intervención oficial. Dentro de la tienda se instaló una cabina de radio desde la cual un locutor intentaba ordenar la circulación de los clientes dentro del local. No sólo la prensa uruguaya informó de estos sucesos: hasta el New York Times dio cuenta que la liquidación de una tienda en Montevideo “había detenido el tránsito".
Durante la última semana de junio a través de los canales de TV, se oía una voz en “off” anunciando “la llegada de la Multi” sin proporcionar ningún otro detalle. Algo similar ocurría también en diarios como en radios. Recién el 28 de junio, a través de la cadena Andebu, fue por fin desvelada la incógnita. Se trataba de una “multiventa, multiconveniente del multistock" de la tradicional tienda montevideana. Sin bien era a todas luces una liquidación los responsables publicitarios fueron meticulosos en omitir la palabra. Esta “campaña de expectativa” fue ideada por Carmelo Imperio quien es, aún hoy, un referente para los publicitarios.
La publicidad fue tan efectiva, que el stock destinado a la venta se agotó en los dos primeros días. A partir de ese momento, la empresa resolvió realizar -con dudoso criterio comercial- notorios descuentos en mercadería que inicialmente no estaba destinada para la venta durante la Multi. Algunos comerciantes, usufructuando esos descuentos, surtieron sus propios establecimientos a precios incluso inferiores al costo. Sin duda, esta decisión de mantener la tienda en régimen de liquidación durante los quince días anunciados -una ética comercial difícil de entender- contribuyó a la descapitalización de la empresa. Un hecho que generó múltiples suspicacias y que todavía hoy es motivo de conjeturas entre memoriosos montevideanos. “Destrozos, policías y compradores en la espectacular batalla del London”, tituló El Día la mañana del 2 de julio, debajo de un colgado que calificaba la jornada como “El día D de una tienda". Paradoja mediante, menos de dos años después, se comprobó que había sido su propio Waterloo*
*(Días después de terminada la Multi-desde las páginas del Catálogo Primavera-Verano 1963/64 se anunciaba que por causales de dominio público, (sin duda se referían a la inflación) la empresa London-París S.A abandonaba la norma de mantener los precios publicados en sus catálogos durante la vigencia de los mismos. Aparecido en el segundo semestre de 1964, el N°100 fue la última publicación de una serie que había comenzado cincuenta años atrás. Meses después el London-París bajaba para siempre las cortinas.)
Aaron Hojman
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