Si no fuera bastante demostración de su estado floreciente en la actualidad, la historia del establecimiento fabril que se incluye en estas líneas de reseña, la evidencia completa de sus progresos y conquistas -a través de dos décadas, casi, de vida activa- surgiría de inmediato a la sola enunciación de su capacidad productora, siempre mayor y más perfecta hasta estos días, en que hemos podido constatar cuanto al respecto se ha referido y algo más cuya publicidad resultará provechosa.
La Fábrica Nacional de Sombreros fue implantada en el año 1898, por la fimra comercial A. Bruzón y Ca, teniendo como socio comanditario al señor Bautista Braceras, quien, según es notorio, ha vinculado su nombre a múltiples empresas en el Río de la Plata. Dos años después, en 1900, cambió la firma por la de dicho señor Braceras; y fue entonces cuando el señor Pedro Gil se hizo cargo de la dirección de la fábrica, cometido que le fue ratificado, tanto en la parte técnica como en la administrativa, por la sociedad anónima que desde el año 1902 adquirió el establecimiento.
El 30 de junio de 1915, habiendo acaparado todas las acciones que formaban el capital de aquella sociedad, el señor Gil organizó la actual, que gira bajo la razón social Pedro Gil y Ca, de la que es solidario con el señor Francisco Fernández y son comanditarios los señores Faggioni y Cía y don Hipólito García.
La marcha de los negocios se halla, pues, garantida por la cooperación financiera de reputados capitalistas y por la avezada dirección del socio señor Gil, quien la comparte hoy con el señor Fernández, antiguo empleado de la fábrica, donde sus actuación le ha conquistado sucesivos sucesos.
En el curso del año actual, la empresa a inaugurado un nuevo establecimiento, en edificio propio, con un costo que excede los 50.000 pesos oro uruguayos. Hemos podido constatar que se trata de un local construído con todas las comodidades exigidas por su destino; una casa amplia, sólida, de líneas severas y correctas, donde se ha resuleto a maravilla el problema de la aireación e iluminación natural, factor de salud y de bienestar para los obreros, que no solo distrutan de un ambiente inmejorable dentro de prescripciones higiénicas, sino que desarrollan con alegría su noble esfuerzo junto a las modernas y en cierto modo simplificadas perfecciones, de la ciencia aplicada a la mecánica.
Al respecto, parécenos que las cifras tienen oportuna elocuencia en este caso, y por ello consignamos el dato escueto, librándolo ante todo a la reflexión y ponderación de los que al leer estas líneas, puedan sentirse emulados por la iniciativa fecunda de quines como el señor Gil, conquistan en su propia patria el concepto de laboriosidad e inteligencia de que los uruguayos deben enorgullecerse.
Ciento veinte mil pesos oro, se han invertido en maquinaria, para la fábrica de que nos ocupamos. Instalada toda ella con arreglo a los últimos progresos de la materia, las máquinas y aparatos distribuidos en varias plantas del edificio, responden a un sistema perfeccionado de notable rendimiento con mínimum de gastos, funcionado con sencillez y seguridad en el menor espacio posible, resultado éste que se calculó matemáticamente al hacer las respectivas fundaciones y montajes.
Y antes de entrar a otros capítulos de esta descripción, que por la índole de la Revista solo puede ser breve y sucinta, queremos dejar constancia de la impresión altamente satisfactoria que produce la Fábrica Nacional de Sombreros, en cuantos tienen oportunidad de observar personalmente la marcha de sus talleres y oficinas, que nosotros hemos sorprendido en días de labor habitual, en esta época poco propicia para el desarrollo de muchas industrias. Bien es de hacer notar que la misma crisis mundial, generada por la guerra europea, ha determinado mayor producción y demanda en ciertos productos fabriles cuya importación a este país se ha hecho más difícil y costosa; pero también hay que tener en cuenta que, a esas ventajas relativas, se contraponen los inconvenientes de la mano de obra más escasa y la suba de las materias primas que irremisiblemente se importan, al extremo de ser ellas, -en ciertos casos- cuestión de vida o muerte para las fábricas de Sudamérica.
Capacidad productora – En los seis primeros meses del año corriente, la fábrica ha producido 150.000 sombreros, o sea venticinco mil sombreros mensuales, en la siguiente proporción: 7.000 sombreros de pelo (castor, nutria, etc.) 10.000 de lana y 8.000 de paja, mensuales. Comparativamente, este año se ha colocado un 30% más que lo vendido -promedio- durante los cinco últimos años. La calidad del producto ha mejorado incesantemente conquistando la plaza con una rapidez inusitada.
Personal – Ocupa hoy 230 obreros en los distintos talleres, incluídas en esa cifra 60 mujeres. Hay gran porcentaje de hijos del país entre dichos operarios, los cuales representan a su vez un buen número de hogares. El promedio de personal utilizado en los cinco años anteriores, es de 140 obreros. Por concepto de jornales, la empresa paga de 80.000 a 85.000 pesos de oro al año, es decir, el doble de lo que pagaba al comenzar su gestión industrial. Costea seguros de accidentes y demás impuestos legales.
Edificios- Construido expresamente, el de la fábrica en un terreno de 1472 metros cuadrados, consta de principal y primer piso, y posee cimentación armada para ampliar hasta un tercer piso. Allí funcionan escritorios, talleres, consultorio médico y sala de primeros auxiliso; depósito de materias primas y de confecciones, etc.
El local, actualmente, llena el objeto previsto con toda comodidad, pero se ha tenido en cuenta las posibles neecesidades de futuro, para ensancharle hacia varios puntos relativos a extensión y altitud.
Además de la fábrica, situada en la calle General Farías 2826, la empresa tiene sus depósitos centrales, administración y local de ventas, en el centro de la ciudad, calle Uruguay 990, a cargo de personal competente en esos cometidos.
Fuerza motriz – Consta de 38 motores eléctricos, construidos en la fábrica italiana «Marelli», universalmente reputada.
La caldera que produce el vapor necesario para las manipulaciones de lavado y entintado de lanas que se aplican a la fabricación, es de origen inglés y adaptada al moderno combustible conocido por fuel oil o sea petróleo en bruto.
Materias primas – La fábrica ha propendido siempre a la utilización de elementos nacionales para sus productos; pero a causa de múltiples circunstancias conocidas, hasta hoy solo es verdaderamente apta la lana de ovinos, para hacer sombreros de cierta clase. El pelo de «nutria» constituye un buen elemento como calidad, aunque el de castor lo supera en mucho; pero el primero de estos roedores pertente a una especie cada día más rara en el país, donde no se cultiva ni se ha cultivado jamás y en cuanto al segundo solo puede obtenerse importándolo de Australia y de otras lejanas regiones donde el animalito se encuentra.
La paja utilizada por la fábrica, es igualmente artículo importado, en su mayor parte de China y Japón. Se recibe aquí en piezas de 45 a 50 metros y es sometida a un minucioso blanqueo, antes de hacer con ella los sombreros. Para la confección de los de hombre, se emplea una paja especial «Rustic» que requiere preparaciones previas.
Las materias colorantes proceden del continente europeo, en su casi totaliad de Alemania y de Suiza. La actual contienda entre las potencias de aquella parte del mundo, han requerido a veces la adquisición de productos similares en la América del Norte. La fábrica ha podido orillar, a este respecto, algunas dificultades, gracias a su stock de productos para tintes, que por ser indispensables y no existir en la industria nacional, representaría su carencia un serio inconveniente.
Negocios – Hemos mencionado la creciente difusión del producto de esta fábrica y debemos agregar esta aserción complemnetaria. El vuelo de sus transacciones le ha obligado a utilizar hasta seis agentes viajeros permanentes en nuestro país; y sin ser en el interior, cada día es más grande la demanda de plazas comerciales extranjeras, como la Argentina, Brasil y Paraguay.
Ilustramos esta reseña con treinta y tantos fotograbados; para dar una idea clara de la magniud de la empresa que reseñamos en las líneas precedentes.
FUENTE: Revista del Ministerio de Industrias. Año IV. Número 27. Noviembre-Diciembre de 1916.