Fábrica de calzado Franceschini

Entre los establecimientos que fabrican calzados, con material y elementos del país, puede figurar como uno de los mejores el que motiva la presente reseña, según se desprende de los detalles que la integran, facilitados por el propietario del mismo.

Hace próximamente veinte años que el señor Francisco Franceschini estableció en esta capital un almacén de suelas, negocio al que se dedicó hasta seis años, a partir de cuya época resolvió instalar su actual fábrica de calzados; consiguiendo, con su laboriosidad y perseverancia ejemplares, elevarla a la altura de las principales del país. Para la confección de calzados introdujo, dicho industrial, la maquinaria más moderna, instalada hoy en un edificio construido expresamente para ese objeto, compuesto de sótano, planta baja, intermedia y alta.

En el subsuelo del edificio funcionan las máquinas de corte, planchado y arreglo de suelas y tacos, así como el depósito de cueros y materiales que requiere la confección. En la planta baja están los depósitos de botines y las máquinas para armado y fabricación de calzados: en la intermedia las secciones de concluido del calzado (de donde salen ya prontos para la venta), depósito de cortes y hormas y escritorios. La parte alta la ocupa el domicilio particular del dueño de dicha fábrica.

La capacidad productiva de esta fábrica en épocas normales y con el personal completo, es alrededor de 400 pares de botines diarios; producción que sostuvo durante cuatro años. Pero desde el principio de la actual guerra europea, ha disminuído a sesenta y cinco mil pares, confeccionados durante el año fenecido de 1915 y cuya venta se ha efectuado casi simultáneamente con la producción.

Emplea el señor Franceschini, en la fabricación de calzados, materiales adquiridos en el país, que son excelentes, como lo prueba el hecho de que las tres cuartas partes de la producción se expide al extranjero donde ha tenido una aceptación muy halagüeña. Algunos artículos complementarios de la fabricación, se importan expresamente. Esta fábrica ocupa más de ochenta personas, varones y mujeres, sin contar el personal superior de administración que está todo sujeto a la dirección central.

La casa ha establecido, en la ciudad de Montevideo, cuatro sucursales, atendidas todas ellas por el personal práctico y competente y controladas por la casa matriz. Y aparte del abastecimiento de las cuatro sucursales, atiende el señor Franceschini el de otras zapaterías.

Desde hace ya varios años, los calzados de esta fábrica son conocidos en todo el país por su confección esmerada y por la duración de sus materiales, y prueba de ello es la demanda creciente que tienen. A su reconocida superioridad, se aúnan los precios económicos a que se venden, con lo cual el artículo ha obtenido todos los privilegios de una bien ganada popularidad.

El señor Franceschini, según nos ha demostrado, dirige personalmente la fábrica y vigila las sucursales, las que diariamente remiten a la administración estados en que se especifica los precios obtenidos, beneficio e importe total de las ventas, pudiéndose así conocer en cualquier momento, no solo la existencia general de mercaderías, sino la cantidad de cada una de ellas.

La maquinaria de la fábrica está impulsada por un electro-motor de 15 caballos de fuerza.
Posee también un automóvil de reparto, con el que atiende los pedidos de las sucursales y demás casas de venta.

El personal está todo asegurado en el Banco de Seguros del Estado y hasta hoy sólo se ha registrado un accidente casual de poca importancia, entre operarios que allí trabajan.
Esto es, en resumen, la obra de la pericia y perseverancia que caracteriza al señor Franceschini, distinguido industrial establecido en esta ciudad desde el año de 1896.

FUENTE: Revistas del Ministerio de Industrias. Año V. Número 22. Abril de 1916.

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