El Edificio de la Aduana

A fines del año 1922, se llamo a concurso publico de anteproyectos para el nuevo edificio de la Aduana, el cual se fallo el día 10 de marzo de 1923. A la razón era presidente de la república el ingeniero don José Serrato; ministro de Obras Publicas, el Ing. Santiago Calgcano y director de Arquitectura del Ministerio de Obras Publicas, el Arq. Alfredo Jones Brown.

Se presentaron 19 proyectos para este certamen y el jurado estuvo integrado por el presidente del Consejo de Administración del Puerto, el director general de Aduanas; el presidente del consejo Nacional de Higiene; el capitán general de Puertos y los arquitectos Alfrdo Jones Brown, Jacobo Vazquez Varela, Horacio Acosta y Lara, Juan Giuria y Raul Faget.

Sabido es que en esta clase de eventos -para asegurar la imparcialidad del fallo- los concursantes se escudan tras un seudónimo, el cual sirve para poder individualizar a los autores de los trabajos, luego de emitido el veredicto. En este caso, el neto triunfador del mismo (con 9 votos a favor y solo 1 en contra), utilizo como distintivo la palabra «ADUANA», y fue un joven de 26 años, que hacia poco tiempo que se recibiera: el Arq. Jorge Herran.

Anteproyecto ganador.

La fundamentación que esgrimió el Jurado para elegir la solución ganadora, encierra un juicio realmente laudatorio para la misma: «este proyecto presenta un conjunto de cualidades que lo hacen netamente superior a cualquiera de los otros: entre ellas, la bondad de su distribución general, una gran sencillez y correspondencia que facilitaran la construcción, fachada cuyo estilo se adapta a la finalidad del edificio y a las condiciones del programa».

Así resulto que abiertos los sobres, los proyectos premiados pertenecían a: 1er Premio (cinco mil pesos); al lema «ADUANA», del Arq. Jorge Herran; 2 Premio (Tres mil pesos), al lema «IGUAZU», de los Arqs. Jorge Delgado y Filisberto Gómez Ferrer y cuatro menciones iguales (Quinientos pesos a cada una) a los lemas «FEBO», cuyos autores resultaron ser el Arq. Raúl Federici y el Sr. Juan P. Brugini; «ATHOS», de los Arqs. Rodolfo Amargos y Mauricio Cravottto; «KU KLUX KLAN», de Arq. José Villaverde e Ing. E. Chiancone y «CABURE», de los Arqs. Fernando Capurro y Emilio Rodie.

Vista aérea en plena construcción.

Sin lugar a dudas, el proyecto del Arq. Herran constituye un hito dentro de la arquitectura nacional: marca el inicio del movimiento renovador en nuestro país, ya que se adelanta a todos los ejemplos que se inscribieron de esta corriente. En efecto: el Arq. Carlos Surraco es recién al año siguiente -es decir en 1924- que proyecta en hormigón armado y con amplios ventanales, un salón para exposición y venta de automóviles para la casa «FORD», en la esquina de 18 de Julio y Eduardo Acevedo y tres años después, el mismo autor concreta el local comercial de «Eugenio Barth & Cia», en 25 de Mayo 737. Por su parte el Arq. Jose P. Sierra Morato, también en 1927, diseña su propia residencia en carrasco, en Av. J. M. Perez 6189 y el Arq. Juan Antonio Rius proyecta una pequeña residencia en 21 de setiembre 2136, la vivienda, estudio y laboratorio para el Dr. Pucci, en Av. Luis A. de Herrera 2980, del Arq Mauricio Cravorro.

En 1929 se produce el vuelco y son varios los edificios que jalonan el cambio. El hospital de Clínicas de Surraco, la Facultad de Odontología de Rius y Amargos, la Escuela experimental de Malvin de Juan Scasso, el edificio del Centro de Almaceneros Minoristas de Julio Vilamajo, la Fabrica de cigarrillos de Barrera Hnos de Mauricio Cravotto y el edificio Mac Lean de Jorge Herran y Luis Crespi.

Vista del edificio en la década del 80

Queda evidenciado entonces, que el Arq. Herran fue un verdadero pionero y que su proyecto para la Aduana fue sumamente avanzado para la época, con lo cual realzamos los méritos del entonces joven profesional, pero asimismo los del Jurado, cuyos miembros supieron comprender el nuevo sentir en arquitectura y premiaron sin titubear una solución nada convencional para ese entonces.

El propio Herran nos dice en un reportaje aparecido en el diario El Dia del 11 de abril de 1923: «Mi edificio es absolutamente sincero, no hay una sola linea falsa ni un detalle superfluo. Estimo que hay necesidad de romper con el clasicismo y ensaye hacerlo. El éxito me ha dicho que no he estado del todo mal.

El profesor arquitecto Leopoldo Carlos Artucio, en ese mismo sentido relata: «según sus propias declaraciones Herran había concebido su proyecto dentro de normas de arquitecturas neo-clásicas, en busca de una cierta simplicidad y con el respeto debido por la simetría y por determinadas proporciones atenidas a principios rigurosos. Pero Herran estaba al corriente de que las cosas venían cambiando en la arquitectura del mundo mas desarrollado. Limpio pues las formas del proyecto de toda decoración superflua; quito columnas, pilastras y cornisas. Se quedo con el puro juego de las proporciones. El resultado se ve claramente porque hay una especie de desacuerdo entre algunas libertades evidentes y una estructura general que no parece nacida de un ejercicio libre de la imaginación. Pero el edificio es pulcro y sencillo; mas sencillo que ningún otro de su tiempo y aquí en Montevideo, constituye un paso serio en el sentido de una renovación arquitectónica.

Sin duda, el mayor merito que poseía el edificio de Herran, era su funcionalidad, o sea la perfecta adecuación del todo y de cada una de sus partes, a la función que había de cumplirse en su interior.

Antes de pasar a la etapa de diseño Herran había estudiado minuciosamente, el organigrama que resumía las complejas operaciones que se desarrollan en la Aduana; para observar y estudiar el engorroso mecanismo de la repartición y darle una solución buena. «terminado ese estudio preliminar, me encerré en mi estudio y comencé a dibujar. Por manera que yo tenia una gran fe en que cuando menos en lo tocante a distribución, que era lo mas importante, había de entrar en los puestos de preferencia»

La planta del edificio es sumamente sencilla, inscrita en un cuadrado de 80 metros de lado, tiene una crujía perimetral de unos 14 metros de profundidad que recorre las cuatro fachadas, mas una crujía central sobre el pasaje que deja a ambos lados, sendos patios de aire y luz. Posee sótano, planta baja y cinco pisos altos que conforman un volumen de 80 x 80 x 38 metros de altura, mas la torre que, alzándose sobre la Capitanía, alcanza una altura de 62 metros sobre el nivel del suelo.

Se previeron 16 ascensores para uso del publico, mas 6 montacargas y para atender internamente las oficinas de visturia, 4 ascensores y dos montacargas mas.

Vista parcial del edificio con su torre de 62 metros.

La distribución general de los diferentes niveles es la que sigue: en subsuelo el proyectista ubico los servicios de marinería del resguardo y la capitanía; en planta baja los grandes patios de recepción y despacho de las mercancías, oficina del Resguardo y de Capitanía, Correo y cuerpo de Guardia. En el primer piso instalo las oficinas de Visturia e Impuestos Internos. En el segundo, la Dirección General de Aduanas, secretaria, oficinas de Receptoria, etc. En el tercero, oficinas para la tramitación aduanera, Tesorería, etc. En el cuarto, un gran deposito para Encomiendas Postales, Capitanía General de Puertos y Escribania Marina. Finalmente el quinto fue destinado a un gran archivo aduanero y oficinas de desinfección marítima.

Por ultimo, hemos de consignar algunos datos biográficos del arquitecto proyectista: Nacido el 5 de febrero de 1897, recibió su titulo de arquitecto en 1921 – es decir dos años antes de la culminación del concurso de la Aduana- se caso en 1926 con Josefina Puig Larravide, con la cual tuvo cuatro hijos, falleciendo en nuestra capital el 5 de setiembre de 1969, a la edad de 72 años.

Jorge Herran

Desempeño diversos cargos públicos; en la dirección de Saneamiento; en la dirección de Arquitectura del MOP – fue director adjunto de las obras del Palacio Municipal) para luego ser ungido ministro de Obras Publicas (20/03/1935 a Marzo de 1942) en el instituto nacional de Viviendas Economicas (desde enero de 1944 a octubre de 1946) etc.

Por otra parte se dedico al ejercicio libre de la profesión en Punta del Este – donde concreto numerosos chales «vascos», entre los que recordamos el que proyectara para la Flia Voulminot sobre la rambla costanera- y en Montevideo, trabajando muchas veces asociado con el Arq Luis Crespi -como es el caso del edificio del Yacht Club, en el puerto del Buceo, del año 1935, excelente ejemplo de arquitectura renovadora en su época en nuestro medio.

Arq Cesar J. Loustau

Fuente: Revista Dominical de El Dia.

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