El Baño de los Bares

La idea que dio origen a este trabajo surgió una nocbe en una reunión muy ordinaria del staff de «El Dedo». Uno de nuestros colaboradores, que en los últimos tiempos había denunciado síntomas de problemas digestivos, comentó: «Che, hace un rato no podía más y tuve que ir al baño en un boliche; !qué asco!» Esta fue la chispa que puso en funcionamiento los iluminados cerebros de los integrantes del Departamento de Relaciones Inhumanas de «El Dedo», quienes decidieron al instante realizar el operativo más impresionante que recuerde nuestra ciudad.

PARA realizar este estudio EL DEDO convocó a un destacado panel de arquitectos, higienistas, médicos, sociólogos, sexólogos, sicólogos y varios jóvenes ólogos más que están sin trabajo, contando además con la colaboración de un grupo de empleados públicos que , no teniendo nada que hacer en horas de oficina, se prestaron a hacer las veces de conejillos de Indias.

Dado que en Montevideo hay un boliche cada dos cuadras, se le adjudicó a cada bar un número, se realizó un sorteo ante escribano público y se tomó una muestra representativa de 232 bares distribuidos por todo Montevideo. Al primero de los bares seleccionados se le obsequió un televisor color gentileza de la Panadería 25 de Mayo. Luego se distribuyó a los especialistas en grupos y se adjudicó a cada uno una zona para investigar, todos munidos de un carné que los acreditaba como pertenecientes a EL DEDO.

SEGUN cuentan nuestros enviados, la colaboración de los propietarios de los bares fue paupérrima: primero se mostraban recelosos, creyendo que se trataba de una inspección oficial que buscaba clausurarles el local. Luego, cuando eran enterados de que estaban ante enviados de EL DEDO, empleaban los dedos justamente para demostrar su desaprobación o indiferencia ante el estudio perseguido. Como eso también formaba parte de la investigación, nuestras taquígrafas hicieron acopio de un buen número de sugerencias espontáneas sobre qué hacer con el dedo y dónde colocarlo.

Por otra parte, las condiciones en que debieron trabajar nuestros colaboradores fueron bastante inadecuadas; además de haber soportado empujones e insultos de los mozos, casi ningún parroquiano aceptó dejar de usar el baño mientras los arquitectos realizaban las mediciones; como consecuencia de ello la humedad causó numerosas bajas, víctimas del catarro.

En cada caso los grupos llevaban un empleado público voluntario para experimentar las condiciones higiénicas del bar: se le hacía sentar en una mesa, consumir una pizza y luego un poderoso laxante. A continuación realizaba el mismo periplo que un parroquiano común, con los mismos problemas e incomodidades, para una vez terminado, dejar registrada su experiencia ante la taquígrafa. Luego, el voluntario era sometido a un rápido lavaje de estómago para poder estar en condiciones de repetir la experiencia nuevamente. Se calcula que cada conejillo de Indias realizó diez veces la operación anteriormente descrita.

Esto es lo que podríamos llamar la Ida-al-baño-de-bar tipo, extractada del relato de los voluntarios; se han eliminado iodos aquellos elementos que por su rareza no deben ser tomados en cuenta (pisos brillosos, baños perfumados, rollos limpios de papel higiénico, ventilación adecuada).

Supongamos que un concurrente a un bar se dirige a un mozo o al encargado de la caja y pregunta por el baño. Generalmente recibirá la respuesta: “al fondo a la izquierda” o si se trata de una mujer la respuesta contraria.

Nuestros dibujantes confeccionaron este croquis de un baño de bar tipo, después de una recorrida que abarcó 232 locales. El operativo estuvo encabezado por el Licenciado DILO, autor de esta nota.

La persona se dirige entonces al fondo del boliche, un lugar donde no llega la luz del día; sumergido en la penumbra se encuentra ante dos puertas generalmente de color oscuro. Hasta este punto puede que no surjan dificultades y consiga identificar la puerta que le interesa (generalmente existen otras puertas misteriosas que pueden crear confusión) La nariz puede resultar de invalorable ayuda para indicarle que se aproxima al lugar que busca. Una vez abierta la puerta, la oscuridad aumenta; podría decirse que el escenario va acompañando la creciente ansiedad de nuestro héroe.

A esta altura podemos diferenciar dos situaciones diferentes;

1) Si la meta es el orinal o la canaleta y el apuro no es muy grande, nuestro esforzado parroquiano podrá deleitarse con los versos y leyendas escritos en las paredes, puertas y demas superficies escribibles, incluso puede encontrar mensajes de personas que ofrecen los más variados servicios al sólo llamado telefónico. Si se trata de una persona distraída puede ocurrir que humedezca lugares que no debe mientras se encuentra entregada a la lectura; los perjudicados serán los que vienen detrás o los que se encuentran a sus lados.

2) Si la intención del sujeto es sacarse un verdadero peso de encima y su meta es por lo tanto el water-closet o taza turca (llamada así en memoria de su inventor Abdul Ben Huason que era el único que la usaba para tomar el café) seguramente no reparará en las leyendas, versos ni dibujos de las paredes, sino que irá a apostarse sobre la taza en cuestión. Aquí suelen aparecer los verdaderos problemas: la puntería de los concurrentes anteriores al llamado equipo sanitario ha sido desastrosa y piso, paredes y puerta se hallan en condiciones que dificultan el accionar de nuestro héroe. Una mueca de desaliento se pintará seguramente en su rostro. Pero como ya no hay posibilidad de volver atrás, llevará adelante sus propósitos aunque para ello deba recurrir a las más variadas acrobacias y piruetas. (Se cuenta que el famoso contorsionista Houdini se mantenía en forma utilizando una réplica de uno de estos baños). La picardía criolla y la clásica habilidad rioplatense han sacado de apuros a más de uno en estas situaciones que están profundamente arraigadas en nuestra forma de ser. Pero lo que acentúa el carácter epopéyico de la aventura que nuestro parroquiano ha emprendido es el hecho de que no contará con apoyo material a la hora de concluir su operativo: lo más común es que servilletas, pañuelos y hojas de cuaderno queden por el camino.

Una vez terminada la complicada operación, el concurrente al baño posiblemente quiera utilizar el lavabo: en caso de que éste funcione, deberá prescindir del jabón y la toalla cuya presencia en estos lugares es realmente exótica. La mayor parte de las veces la persona termina secándose con una toalla insistente; un espejismo provocado por la angustia. Antes de salir, si se trata de una persona de sensibilidad, con el espíritu abierto a lo que lo rodea, seguramente querrá dejar grabado en alguna pared o puerta un mensaje para comunicar a las generaciones futuras lo que sintió en momentos de abandonar el recinto. Al recorrer el camino de regreso a su mesa, nuestro intrépido luchador sentirá la mirada de los demás concurrentes al boliche sobre él: es que nuestro pueblo siempre ha admirado la audacia y la capacidad de improvisación, por lo que seguramente premiará al esforzado expedicionario con sonrisas que lo confortarán por las penurias sufridas. Aunque mucho cuidado; si alguien permanece durante más de 15 minutos en un baño con otra persona, la habitual suspicacia criolla puede convertir al que salga último en objeto de burlas y comentarios agraviantes.

ALGUNOS NUMEROS
OTRA parte del estudio emprendido consistió , en colocar un entrevistador en cada baño visitado para someter a los concurrentes a un breve cuestionario que permitió luego arribar a interesantes conclusiones:
De los parroquianos entrevistados sólo un 13 % dijo estar seguro de orinar en la pared, un 40% dijo orinar para cualquier lado.
Un 30% dijo que el olor de los baños le era insoportable y prefiere contener la respiración mientras están adentro.
Un 20% dijo no importarle el olor aunque sería preferible que no hubiera emanaciones desagradables.
Otro 20% manifestó gustarle el olor; de éste, un 10% afirmó que sólo van al baño en los boliches porque les gusta el olor. Un 1 % concurre sólo a oler.

Así como el tiempo es tirano en televisión, el espacio es tirano en EL DEDO, razón por la cual les quedamos debiendo el resto de nuestro trabajo. Entre otras cosas nos quedó en el tintero el capítulo destinado a los Baños de Mujeres (realizado con la intervención de las integrantes de EL DEDAL y por supuesto la mesa redonda con todos los especialistas convocados por EL DEDO, con las conclusiones finales que constituyen nuestro aporte a este tan debatido tema.
Hasta el próximo número.
Departamento de Relaciones Inhumanas de EL DEDO.

Publicado en la revista El Dedo en el año 1982

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