Con una hermosa fiesta se inauguró el sábado próximo pasado la pileta municipal de Trouville, construcción que imperiosamente reclamaba nuestra natación, y que se libra al servicio público en momento oportuno, cuando los progresos registrados en ese deporte la reclamaban urgentemente.
Lo que puede representar en el futuro dicha pileta como centro de animación en la playa, y lugar de competencias oficiales, la fiesta inaugural lo dijo con una meridiana claridad. Bastó, en efecto el anuncio de que el Club Bigua realizaría una exhibición, para que se congregaran en Trouville no menos de 5.000 personas ansiosas de seguir el espectáculo.
Nunca una fiesta de natación ha contado con tal concurrencia de espectadores, y si ello ha ocurrido ha sido gracias a la situación de la pileta y a las facilidades que ofrece para la instalación del público y organización seria del espectáculo, facilidades que sin ser muchas son desde luego infinitamente superiores a las incomodidades de la Escollera.
Si se tiene en cuenta que el programa carecía para los aficionados de platos fuertes, y que era esta la primera vez que se interesaba al público grueso por el «sport» de Zorrilla, el éxito en cuanto a propaganda para el mismo no pudo haber sido más rotundo.
En lo referente a organización, pese a que la concurrencia molestaba a nadadores y jueces se vio como es posible cumplir en treinta minutos la realización de carreras que en la escollera llevan dos horas.
Todo ello unido a los tiempos registrados que pueden calificarse de buenos, pese a que nada hicieron por superarlos los muchachos de la «B» — lo que demuestra las bondades de la pileta — son el reflejo primero que debe recoger el cronista de la jornada del sábado pasado.
Fácil resulta ahora predecir el impulso formidable que la natación local recibirá, y más fácil todavía suponer con qué renovados entusiasmos se jugarán el triunfo los competidores que saben que — si no cuarenta siglos — por lo menos los contemplan varios miles de personas. Y eso, para la vanidad infaltable del campeón, es mucho.
La Federación demostrará si este bien por el que nada hizo y que le cae como llovido del cielo es explotado en sus manos en la forma que debe hacerlo.
Con respecto a la jornada inaugural de la pileta, ella estuvo a cargo, como decimos más arriba, de los elementos del club Bigua, entidad que invitó, además, para participar del programa, a los saltarines Lauz y Meregalli, enrolados en otras instituciones.
El programa se inició con una exhibición de saltos ornamentales a cargo de los nombrados, y de los competidores del club organizador. Chaves y Rocci, exhibición que desde luego fue lo que más llamó la atención de la concurrencia acostumbrada a ver eso soló en fotografía.
Las carreras realizadas luego se limitaron a ser exposición de estilos — con la excepción de aquellas en que intervinieron damas o menores — seguramente para evitar esfuerzos mayores de los consagrados, en pleno periodo de campeonatos.
Así soló hubo lucha en las distintas carreras en la última Meta, concretándose los nadadores en las anteriores a llevar tan tren liviano. En los 100 metros estilo libre compitieron Acosta y Lara, Souza y García, quienes arribaran en ese orden a la meta. El tiempo del ganador fue 1’10» 2|5.
En los 200 metros libré Maximino García venció a Beretta y Costemalle, en 2’37» 1|5, tiempo como se ve muy inferior a los habituales de pileta en la distancia.
En los 100 metros espalda Renard triunfó por poca diferencia sobre Torres, en el tiempo de 1’29» 1|5. La restante prueba para mayores fué una posta 4×50 en la cual el equipo integrado por Torres, Souza, Costemalle y Acosta y Lara, venció al formado por González, M. García, H. García. y Beretta. Tiempo: 2’7″. Los 50 metros para menores se resolvieron con el triunfo de Hoffman, vencedor de Giuria H.. Schroeder, Nicolich, etc.
Seguramente que la carrera que más atención mereció del público fue la de 25 metros para damas, de la que participaron las señoritas Fay y Edith Crocker, E. Coates y V. Raeci. La señorita Edith Crocker, de quien RUSH se ocupara hace ya varios númeos destacando sus excelentes dotes de deportista se impuso en esta carrera demostrando un excelente estilo que ya quisiera para si más de un aspirante a «crack». La conocida golfista, señorita Fay Crocker — su prima — llegó segunda ,evidenciando que en las pruebas de natación podrá obtener casi tantas satisfacciones como en los «links».
Dos equipos de waterpolo terminaron la fiesta realizando una pequeña práctica que arbitró el señor Domingo Lombardi. Luego se dio puerta franca a los bañistas, y allá aparecieron éstos a montones deseosos de estrenar la pileta. Que el cielo les haya sido propicio, pues eran ya las 20 horas y hacía una temperatura más cercana al sobretodo que al traje de baño. Y en esas condiciones, de un resfrío no se escapa nadie.
Síntesis: una fiesta simpática en consonancia con el acontecimiento que se festejaba, y una excelente reunión de divulgación del deporte.
Hasta aquí todos han sido elogios, y merecidamente los hemos tributado. Pero no se nos escapa que la pileta recientemente inaugurada reclama urgentemente una serie de obras tanto desde el punto de vista higiénico como del de las comodidades que deben ofrecerse a bañistas y público.
También se debe colocar la muy necesaria canaleta para salivar que no falta en ninguna pileta de ningún lado, y el pequeño foso, o como quiera llamársele, lleno de agua en el cual los bañistas puedan limpiar sus pies antes de entrar a la pileta.
Todas estas cosas son menos insignificantes de lo que parecen, y así en los palees en que está reglamentada la construcción de piletas — que son un verdadero problema higienico — están estatuidas como obligatorias. Suponemos también que será retirada la vereda de piedra y césped que rodea la pileta, para hacerla exclusivamente de piedra, pues el agua que se desprende del cuerpo de los bañistas forma en los lugares ocupados por el auto, un verdadero fangal. Y ya se sabe que al final de cuentas el barro y el césped recogido al pasar van a parar a la pileta.
Cosas de éstas se podrían señalar algunas más, pero creemos que no será necesario hacerlo, pues los encargados de la obra se apresurarán a perfeccionarla, apreciando todos estos detalles que descubre la más simple observación. Cuanto se pueda hacer por asegurar la higiene en la pileta debe hacerse, ya que para negarla alcanza y sobra con el público, que, por ignorancia o mala educación, se entretiene en echar a aquélla toda clase de papeles, colillas y algo más.
Esto en lo que se refiere a la higiene. En le que se refiere a las comodidades para los espectadores los días de carreras, debe procurarse la colocación de sillas o gradas, cobrando por ellas una pequeña suma. Hay que comprender que la pileta de Trouville es una gran oportunidad para realizar espectáculos deportivos de verano — en la ciudad no se realizan otros — y estimular su desarrollo.
Publicado el 24 de Febrero de 1934 en la revista Rush
Las piscinas hoy ya no existen, fueron rellenadas en el año 2004. Si quieres saber las razones te dejamos el articulo que publicáramos anteriormente: Pinchar aquí.
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