El Reloj de la Iglesia Matriz

Como una evocación siempre lozana, el viejo reloj de la Matriz seguirá siendo uno de los motivos mas característicos de nuestra ciudad. A pesar de los progresos urbanos, que hacen aparecer otros relojes en las torres de los palacetes y en las esquinas de mayor transito, el reloj de la Catedral da la hora con esa constante exactitud que le ha valido merecido prestigio.

El puede decirse, anuncia con invariable seguridad la iniciación del trabajo de los empleados y obreros, y les da la felicidad de jubilosas campanadas que equivalen al termino de sus tareas cotidianas.

Vista de la maquinaria del reloj.

No hay un solo transeúnte, por mas despreocupado que sea, que ante la Catedral no eleve su mirada hacia el viejo reloj. Para muchos, el fin de esos paseos por las calles centrales constituye el conocer la hora allí, precisamente. El reloj de bolsillo, de los que cuentan las horas a medida que van pasando, y esos otros de pulsera, frente a la Matriz, tienen que modificar sus minuteros y marcar la hora exacta de acuerdo con el viejo reloj. Porque ese nunca se equivoca.

Las campanadas de sus horas tienen sonoridades evocadoras de los acontecimientos que desde hace setenta años han tenido por escenario la Plaza Matriz. Esas mismas campanadas logran el encanto, siempre nuevo, de despertar las actividades de los alrededores de la alegría de su bullicio musical. Después, la otra campanada que anuncia las medias horas con un toque repentino e insinuante, producirá una impresión de expectativa que se amenguara con su eco.

Pero la mas alegre y la que sugiere pensamientos mas fáciles para los que la oyen es, sin duda, la que marca los cuartos de hora; tres campanadas, ni estridentes ni graves, -y si de una musicalidad lejana, – recuerdan encantadas armonías de cánticos humildes.

La maquina del viejo reloj es objeto de un continuo cuidado, que esta a cargo de don Roberto G. Corcora. Cada siete días, indefectiblemente, se le da cuerda bajo su vigilancia. No hay nada que pueda conspirar, pues, contra su buen funcionamiento.

El relojero Roberto G. Corcora dirigiéndose a la torre de la catedral

El reloj de la Matriz continuara siendo, como hasta ahora, el inevitable punto de mira de los paseantes; diriase esa una costumbre antigua que heredaran, a su vez, los futuros habitantes de la ciudad. Y todo este prestigio lo ha conquistado el viejo reloj, gracias a su exactitud, que si bien favorece a todos, no por eso deja de tener inconvenientes para los rezagados. Una campanada matinal, de improvisto, sorprenderá a la grácil concurrencia o al empleado tardío velándoles quien sabe que pensamientos ilusorios. Implacablemente los volverá a la realidad.

Entonces, es el apresuramiento febril por llegar a tiempo a la oficina o al taller. Mientras tanto el viejo reloj continuara dando la hora cada día que pasa, con la misma exactitud de siempre…

Publicado en la revista Actualidades el 15 de Octubre de 1924

El Reloj hoy en 2017:

El reloj hoy continua dando la hora como hace mas de 150 años y si bien el señor Roberto G. Corcora obviamente ya dejo de hacer la tarea de darle cuerda hace muchos años, hoy quien hace ese trabajo semanalmente es Dardo Sánchez de 74 años. Que También se encarga de los relojes en las iglesias de Flores, Florida y Melo, y el de la ex embajada argentina. Antes tenía el de Convención y la Rambla, pero «ahora está parado y abandonado».

Les dejamos una nota que le hicieron para el diario el observador: Nota

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