En los periódicos del año 1847 se registran los anuncios de la primera casa de fotografía establecida en estas regiones del Río de la Plata. Fué en Montevideo en la calle 25 de Agosto. Sin embargo la primera introducción y aplicación de este invento le correspondió al doctor Florencio Varela, quien á la vuelta de su viaje á Europa en 1845, trajo un aparato fotográfico, que él mismo ensayó.
Refiérese una anécdota con motivo de ese primer ensayo, de cuya veracidad no es posible dudar, dada la vinculación de familia de nuestro narrador con el Dr. Varela. Fué el caso, que fijado por Florencio Varela, un día para sacar retratos, la experiencia se hizo en casa de don Juan N. Madero en esta forma:
Se sacaron al patio un día de sol canicular un sofá y dos sillones de caoba enchapada y tapizados de crin; se colocaron las tres piezas en un extremo del patio y ocuparon, el centro don Jacobo Varela, la derecha don Juan Thompson — el hombre más culto que se ha conocido en el Plata — y la izquierda el señor Teserra comerciante español también muy distinguido: en los sillones se colocaron don Juan Madero y don Toribio Varela.
El fotógrafo ocasional, señor Florencio Varela, en el otro extremo del patio auxiliado por su hijo Horacio plantó la máquina fotográfica y ordenó que se mantuvieran inmóviles aunque el mundo se viniera abajo; que no se rieran y miraran fijamente la banderita colocada sobre la misma máquina.
¡Diez y seis minutos corridos por riquísimo reloj eran indispensables! Llevaban ya once minutos de inmovilidad rival á la de un soldado alemán, cuando se les ocurrió venir de visita á las matronas aristocráticas de Artigas (esposas de Brunel y Fermín Ferreira respectivamente) y una de ellas se expresó así;
« Muy buenas tardes señores » ( y nadie contestó, como si de palo fuesen ).
« Muy buenas tardes » repitió. ( Igual resultado )
Misia Rosalía ( madre del poeta Fermín Ferreira y Artigas) estrañando esta descortesía estando allí nada menos que el señor de Thomson, levantando la voz dijo con ironía
«Muy buenas tardes señor Thompson ».
Este caballero sintió subírsele la sangre á la cabeza y mudando de color… verde amarillo y colorado sin mover los labios dejó escapar por una boca entreabierta que parecía en tajo, esta frase:
« Dispensen no podemos hablar».
Una carcajada desbarató el ensayo fotográfico, que hubo que dejar para otro día.
Publicado en la revista Anales Mundanos en 1915
Nota: La foto de la portada de este articulo corresponde a una reproducción litográfica de la toma de la plaza Matriz. Esta si corresponde a la verdadera primer foto de Montevideo, pero esa sera una historia que contaremos en otro articulo.