Residencia Ovidio Morató

El programa de la propiedad que figura en estas láminas se distingue de otros de índole análoga por tratarse de una casa a orillas de una playa veraniega, pero que al mismo tiempo deberá estar dispuesta de manera de poderla habitar también en otras estaciones del año.
Capricho en suma, pero capricho al cual tiene derechos plenos el propietario, quien además de poseer su casa en la ciudad y en sus estancias, no quiere encontrar obstáculo para realizar un deseo en un momento determinado.
La Playa de Carrasco, con un buen automóvil solo dista 25 minutos del centro de la capital y sabido es que esta playa es una de las más hermosas de ese Montevideo privilegiado donde tantas existen y a cual más bellas y pintorescas.
Por las razones antes expuestas, la distribución interna se ha previsto con comodidades especiales para pasar el invierno en ella, tiene además al exterior fuentes y surtidores en abundancia, en terrazas y jardines, para darnos en verano la dulce sensación del fresco, al oir caer el agua como una evocación de bienestar.
La forma irregular del terreno y su situación especial me obligó a proyectar un plano que respondiese a estas imposiciones y que se sujetase además a los reglamentos en vigor que obligan a dejar cuatro metros desde la línea del cerco hasta la parte edificada en esa parte de la playa.
Debido a ello he tenido que recular el pórtico de entrada dejando una amplia continuación de la vereda en forma de «exedra» delante de dicho pórtico agregando apoyos o bancos de piedra de cada lado de la puerta de entrada.
El acceso de autos está claramente indicado en la planta baja y estos vehículos pasan debajo del pórtico a cubierto hasta la puerta del hall. El servicio se efectua por la entrada separada ubicada en la calle D a la cual da igualmente acceso al garage.
He debido estudiar un jardín especialmente irregular aprovechando la forma del terreno y los desniveles de las terrazas, etc. lo que he conseguido en la forma que indica el citado plano.
Un patio andaluz con acceso desde el hall complementa los atractivos que rodean la casa.
Este jardín con sus naranjos, sus fuentes y surtidores, sus bancos de azulejos árabes y su piso calambrillado está inspirado forzosamente en los jardines del Alcázar de Sevilla.
Resulta un injerto amable que corta con la monotonía de las demás partes del jardín con su arboleda y canteros floridos.
El estilo externo de la casa, ya que siempre se exije que adjudiquemos un estilo a nuestras obras, es difícil de clasificar, por cuanto no he tenido ninguna obligación al componer mis fachadas con orden arquitectónico especial ni compromiso alguno de carácter arqueológico.
He procedido con toda sinceridad traduciendo al exterior de mi obra el contenido interno de ella, agregando, a medida que empezaba a vislubrar un trozo de fachada, detalles que me resultaban pintorescos, ya sea por el colorido o por la forma, sin alarde arquitectónico de ninguna especie. He buscado ante todo armonizar mi obra con la naturaleza que la rodea, tratando de que surjiese como algo espontáneo del suelo al cual se adhiere y que se perdiese contra la verde arboleda que sirve de fondo y el cielo bien azul de esa preciosa playa.
De esa misma playa hice arrancar trozos de tosca, cantos rodados y peñascos para formar con ellos mis cercos y el basamento de la obra, mezclándolas con ladrillos comunes, que por su color y la irregularidad de sus formas, tienen algo de primitivo y de rústicas apariencias.
Estos mismos ladrillos dejados aparantes alternando con el revoque, a base de cemento blanco mezclado con granza de mármol, conjuntamente con los arcos de piedra arenisca y trozos de granito, forman la estructura de mis muros. La teja española con su fresco color anaranjado, las persianas verdes, las franjas de azulejo árabe y los mosaicos de esmalte azul ultramarino y oro añaden al conjunto las notas de colorido que buscaba y que hacen bien en ese paisaje de fuertes colores.
Agregaré que mi tarea ha sido bien cómoda y fácil y mi responsabilidad absoluta, por cuanto encontré a mi cliente una completa comunión de ideas y un aplauso a cualquier iniciativa.
Mi amigo, el conocido profesor de la Escuela de Arquitectura de Montevideo, Arq. D. Raúl Lerena Acevedo tuvo a su cargo la dirección de la obra en esa y la empresa constructora la componía hombres como el Arq. Acosta y Lara, decano de la Facultad de Arquitectura de Montevideo, el Ing. Guerra y el profesor Carcavallo. Con semenjante «Estado Mayor» se va a cualquier parte, sobre todo cuando, además de los conocimientos técnicos y competencia, se pone en el trabajo ese cariño peculiar a la obra que desgraciadamente no siempre es patrimonio de todos los que intervienenen en ella.

Alejandro Christophersen. Buenos Aires. Febrero de 1924.

FUENTE: Revista Arquitectura de la Sociedad Central de Arquitectos (Buenos Aires). Año X. Número 39. Marzo de 1924.

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