Mercado de Flores

Se ubicaba en la Avenida 18 de Julio entre Santiago de Chile y Ejido (actualmente explanada del Palacio Municipal). Días pasados leíamos que en una ciudad cuyo nombre lamentamos no recordar, la Municipalidad había ordenado que las veredas de algunas calles fueran plantadas de rosales. E inmediatamente pensamos en el grado de cultura que harbían alcanzado los habitantes de esa ciudad cuando era posible ornamentar una calle con un elemento tan noble y delicado como la flor, dejando el cuidado de éste al propio transeunte. Y este pensamiento no estaba exento de cierta amargura al recordar que cierta vez, en Montevideo, se estuvo a punto de talar un monte de naranjos en el Prado, para evitar que los paseantes se llevaran la fruta, solución paradojal como la del que se suicida por temor a la muerta.


Al que haya viajado le habrá sido fácil comprobar dos afectos bien acentuados en los habitantes de muchas ciudad: el de las flores y el de los pájaros. Y sería problema difícil de dilucidar el que se plantea para establecer si la cultura de esos pueblos los lleva por su imperativo a estimar la belleaza de esos seres o si es el trato de los mimos el que va infiltrando en el espíritu los matices que luego resuelven una mentalidad de civilizado.
Grande, pues, por sus consecuencias, nos parece la iniciativa de nuestra Municipalidad de establecer en un punto bien céntrico de la ciudad un Mercado de flores. Poner al alcance de todos lo que hasta ahora era un objeto de lujo, dando a los productores la comodidad y la facilidad de una buena instalación, era el primer paso necesario. Poco a poco, ayudado por la facilidad de adquisición, el gusto del pueblo por las flores irá acentuándose, gusto que en el fondo es tabién de los colores y matices tan finos y delicados en la flor, contribuyéndose así a crear, aún en las almas más rudimentarias, la fuente de un placer estético.

Las instalaciones del mercado, obra del arquitecto de la Dirección de Paseos señor Juan A. Scasso, revelan una preocupación plausible por crear algo que saliera de lo vulgar que estamos acostumbrados en materia de instalaciones de carácter de provisorio. El quiosco del mercado da una nota original y novedosa. Se ha realizado con él un motivo moderno y es indudable que ha contribuído en no pequeña escala a llamar la atención con su vistosa apariencia, sobre el Mercado Flores. En cambio, el material empleado, le hace perder estéticamente algo de su valor.

En cuanto a los hierros de los stands merecen también ser mencionados por su valor artístico, y constituyen, indudablemente, el mejor detalle del conjunto.
Creemos pues necesario destacar en nuestra Revista, no sólo la idea del mercado de Flores, sino también la manera interesante con que se había llevado la práctica.
El Mercado de Flores fue inaugurado el 26 de marzo de 1926. Suponemos el mercado duró hasta los años ’30, cuando se iniciaron las obras del Palacio Municipal (actual Intendencia de Montevideo).

FUENTE: Revista Arquitectura. Año XII. Número CII. Mayo de 1926.

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