José Enrique Rodó

José Enrique Camilo Rodó Piñeyro conocido como José Enrique Rodó, fue un escritor y político uruguayo. Creador del arielismo, corriente ideológica basada en un aprecio de la tradición grecolatina, sus obras expresaron el malestar finisecular hispanoamericano con un estilo refinado y poético, típico del modernismo.

Juventud

Nació en Montevideo el 15 de julio de 1871. Miembro de una familia bien posicionada económicamente, Rodó aprendió a leer a los cuatro años, con la ayuda de su hermana, y desde entonces fue un apasionado lector. Su rendimiento escolar presentó altibajos desde un primer momento. Inició sus estudios en la Escuela y Liceo Elbio Fernández de Montevideo,​ donde se interesó principalmente por materias como la historia y la literatura;​ ingresó en 1882 y al año siguiente debió pasar a otro colegio oficial por problemas económicos de su familia, debidos a algunos fracasos en los negocios de su padre. Comenzó a trabajar a los 14 años, tras la muerte de su padre, en tareas de ayudante en un estudio de escribanos.

Ensayos

Desarrolló su faceta periodística y a partir de 1895 se fueron publicando poemas y artículos suyos en periódicos, así como algunos artículos de crítica literaria en la Revista Nacional de Literatura y Ciencias Sociales (1895-1897), que fundó junto con otros intelectuales uruguayos. En 1896, en el mismo órgano, publicó dos ensayos, «El que vendrá» y «La novela nueva», que volvería a publicar junto con otro artículo en 1897 bajo el título La vida nueva. En estos ensayos Rodó se propuso analizar algunos de los aspectos que contribuían al sentimiento de malestar de su época. Ofrecía una alternativa espiritual con la esperada llegada de un redentor que podía, según él, establecer una nueva vida basada en el amor, la armonía y la paz.

No llegó a concluir sus estudios universitarios, aunque en 1898, gracias a su fama de escritor y pensador, fue nombrado profesor de Literatura en la Universidad de Montevideo, hoy Universidad de la República. En 1900 publicó su obra maestra, Ariel, origen de una corriente llamada arielismo.

Política

José Enrique Rodó formó parte de la vida política de su país como miembro del Partido Colorado de José Batlle y Ordóñez: fue diputado por Montevideo en 1902 y renunció a su cargo en 1905, pues estaba desilusionado de la realidad política de su país. Luego de publicar Liberalismo y jacobinismo en 1906, y como consecuencia de diversos antagonismos, se distanció de Batlle.

Entre 1904 y 1907 sufrió una crisis anímica. A pesar de su pesimismo vital, escribió Motivos de Proteo, una serie de artículos didácticos de tono optimista e idealismo moderado. Uno de los temas fundamentales es la regeneración, que implica que cada individuo tiene que aspirar a la perfección y a ideales desinteresados desarrollando en el proceso un balance armónico. Sus consejos morales y éticos se expresan en muchos casos por medio de parábolas.

En 1907 volvió a la política otras dos veces: cuando fue elegido diputado en 1908 y de nuevo en 1910.

Viaje a Europa

Publicó otro ensayo importante, El mirador de Próspero, en 1913. En 1915, se dedicó a las obras de Rubén Darío, Simón Bolívar y Juan Montalvo. Cuando su salud empeoró, emprendió el siempre soñado viaje a Europa, designado como corresponsal de la revista argentina Caras y Caretas. Entre 1916 y 1917, las impresiones de sus viajes por España, Francia e Italia se publicaron en la revista, en artículos cuyo tono melancólico refleja su desilusión y tristeza.

Rodó murió en un hotel de Palermo (Sicilia) el 1 de mayo de 1917, a los 45 años de edad. La noticia sobre su muerte se conoció en Uruguay tres días después, causando gran pesar en todos los ámbitos. Algunos meses más tarde, concurrió a aquel país una delegación encargada de repatriar los restos del escritor, hecho que se concretó en 1920.

Funerales

En febrero de 1920, durante la presidencia de Baltasar Brum, sus restos son repatriados a Montevideo, rindiéndole honores de Estado. Una muchedumbre de gente asistió a su velatorio en la Universidad de la República. El poeta Juan Zorrilla de San Martín pronunció una declamación antes de partir sus restos hasta el Panteón Nacional, en el Cementerio Central. La muchedumbre lo acompañó por las calles, rindiéndole ese homenaje que no había podido expresarle antes.

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