Arquitecturas Efimeras

La destrucción de las murallas de Montevideo -símbolo de la opresión española- forjó nuevas concepciones urbanísticas dentro de la ciudad, entre ellas la arquitectura efímera.

Los espacios públicos de la época fueron el soporte para este tipo de arquitectura, que tomó fuerza y significado como zona de expansión y comunicación colectiva. La Plaza Independencia es un ejemplo de esto. En sus orígenes fue embellecida por construcciones móviles y transitorias, en ocasiones en que pueblo rendía homenaje a su historia, y a sus héroes. Los días de festejo nacional tornaban a la plaza de gala. La gente, la música y la parafernalia se conjugaban para transformar el sitio en un escenario de celebración.

Plaza Cagancha, decorada para los festejos de la Declaratoria de la Independencia. 24-25 de agosto de 1911. La Plaza fue escenario excepcional de múltiples celebraciones sociales y políticas. En tiempos festivos fue sede de intervenciones efímeras a gran escala.

Este tipo de intervención hizo posible que convergieran tres ejes: el tecnológico (escenografía, maquinaria, y material), el eje público (Asociaciones encargadas de organizar las festividades) y el eje artístico (diseño de artefactos y escenografías). Esta conjunción no solo favorecía la exhibición de la Arquitectura Efímera, sino que también generaba movilidad política, social, y comunicación ciudadana.

Monumento homenaje a José Gervasio Artigas. Plaza Independencia.  En el entorno del monumento a Artigas, que proyectara el italiano Ángel Zanelli y fuera en su momento objeto de simultáneas alabanzas y duras críticas -para luego integrarse pacíficamente al paisaje urbano-, la celebración del Centenario de la Constitución de 1830 mantuvo a pleno el ceremonial alegórico en que las arquitecturas efímeras tuvieron durante décadas un principal protagonismo.

Pero la novedad fue que las evocaciones de monumentos exóticos o antiguos fueron remplazadas por la irrupción de formalizaciones de nuevo tipo, deudoras del Modernismo finisecular y del Art Deco emergente. Y todo con la probidad constructiva de buenos artesanos.

Réplica del Arco de Tito. Celebración del primer aniversario de la unificación italiana, Avenida 18 de Julio entre las calles Río Negro y Paraguay, 22 de setiembre de 1871. La presencia de arquitecturas efímeras tenía como cometido consolidar un proyecto a más largo plazo, transmitiendo determinados valores, que encontraban mejor respuesta a ciertos problemas que en las arquitecturas perdurables. Sin embargo, lo anterior no es impedimento para que ambas hayan coexistido y complementado mutuamente.

Su escala e importancia hacían que muchas veces sus proyectistas fueran connotados profesionales (arquitectos, artistas, escenógrafos) o artesanos creadores, que los había muy buenos, como pudo comprobar Figari. Sería interesante buscar un hilo conductor entre estos ejemplos y las decoraciones de los tradicionales carros alegóricos, tablados e incluso la iluminación de las avenidas en los carnavales de antaño. Deberíamos destacar el carácter de novedad, sorpresa y reflexión que aquellas arquitecturas aportaban. Quizás las intervenciones efímeras, como acción conjunta de historiadores, artistas, arquitectos, urbanistas y públicos puedan ser hoy en día un elemento que interactúe con la ciudad consolidada donde es necesario el reclamo, la visualización y la manifestación de la existencia de un patrimonio oculto o en peligro.

Conmemoración de la Declaratoria de Independencia. 25 de agosto de 1894. Plaza Independencia. La celebración de las fechas patrias se ha convertido en una rutina burocrática, con la excepción, si cabe, de los centros de enseñanza de niños y adolescentes. Pero no siempre fue así. Aunque el país tuvo una población de composición aluvional -o tal vez, por esa razón, en la perspectiva de generar una sociedad integradora- las celebraciones convocaban a los vecinos a los espacios públicos de principal significación histórico- urbano. Allí, «las arquitecturas efímeras» adquirieron particular relevancia, marcando con su cuidada materialidad y sus curiosas referencias alegóricas la singularidad y la importancia de ese momento.  Ese contexto fue muy notorio en el entorno del 900 y de eso da cuenta la imagen de la plaza Independencia el 25 de agosto de 1894.

Kermés de las Damas del Patronato en la Plaza Independencia. El arquitecto catalán Emilio Boix y Merino, de destacada actuación en nuestro país, fue el autor de este pabellón neoárabe de caracter «efímero». Quizás podamos encontrar los antecedentes de arquitecturas de tinte orientalista en los pabellones «moriscos» que se presentaba en las exposiciones universales de la segunda mitad del siglo XIX. El 1′ de enero de 1896 el Patronato de Damas realizó una kermés para «Las Señoritas de Montevideo» en el Club Uruguay.

Para tal evento se acuñó una medalla: de un lado tenía la inscripción: «EL PATRONATO DE DAMAS A LAS SEÑORITAS DE MONTEVIDEO», con la palabra «señoritas» rodeada por pétalos; en la otra cara se leía: «Kermesse – 12 de Enero de 1896 — Montevideo». La prensa de la época hacía su crítica con tono jocoso, diciendo que había más personas en la Plaza Independencia que dentro del Club Uruguay. Vista la imagen del pabellón «efímero», difícil que hubiera pasado otra cosa.

Texto extraído de la exposición del Parque Rodo Arquitecturas ausentes

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