Por el Rio Uruguay

Los lectores que á la par de nosotros no sepan jota del idioma guaraní, tendrán un sentimiento de alivio y notarán una sensación de consuelo, como nosotros tenemos, notamos y sentimos, al saber que los propios eruditos profesores de esa lengua ignoran todavía hoy, después de un siglo entero de controversias y disputas, lo que quiere decir una sola palabra por todos conocida: Uruguay.

Uruguay, como llamaban los indígenas al río que ha dado el nombre á nuestra patria, significa, según Azara, pájaro chico (urú: pajarillo con formas de gallina y ai: chico). Cabrer, otra reputación a quien nadie se atreverá a desmentir, asegura que Uruguay significa Río de los caracoles, sin duda porque Uruguá es, en guaraní, caracol é i, es río. Por último, el señor Almeida, distinguido filólogo brasilero ha descubierto en los últimos años una nueva etimología. La palabra Iruguai es en su opinión río del canal, en atención á que esa poderosa corriente de agua, al contrario de las otras que recorren el interior ó las fronteras de nuestro país, es navegable durante todas las épocas del año- Pero los sabios precitados, por bien que conozcan el idioma sobre el cual disertan, tienen el derecho de no saber á ciencia fija lo que en él se dice. Se trata de un idioma aglutinante… circunstancia que á nosotros (y también á nuestros lectores) nos deja fríos.

Ahora que nuestros lectores saben qué quiere decir Uruguay tan bien como lo saben los sabios que lo ignoran, hablemos del gran río en persona. Sin embargo, no hagamos geografía. Tomemos, ya que el viaje hecho en el papel es barato, una de las goletas que día a día salen de Montevideo para recibir carga en Paysandú y en el Salto.

Pocas horas después de haber dejado atrás á Martín Chico y Martín García (una isla de nuestra propiedad de la cual no tenemos la posesión) nos encontramos en pleno río Uruguay. Uno que otro vapor, algunos buques á vela, un enjambre de barcos menores, luchan según sus medios contra la rápida corriente del gran río. A ambos lados se divisan, lejanos, como una franja oscura, los bosques de la costa. A la distancia parecen enanos por su altura, insignificantes por su extensión. Desde cerca, son gigantes, que hierguen hasta las nubes las altas copas de sus árboles seculares y que siguiendo las caprichosas bifurcaciones del inmenso río que les da vida, parecen prolongarse hasta lo infinito.

La primera escala se hace, generalmente, en la confluencia del arroyo de Las Vacas, canalizado en los años últimos para beneficio general del país y para particular beneficio de Carmelo, por el ingeniero don Víctor Lienavídez. Un poco, muy poco más allá, algunas leguas según la geografía, algunas horas de buen viento sur según los marinos, se llega á la desembocadura del arroyo Las Víboras ó sea el pueblo ó villa (que de esto no estamos ciertos) al cual ó á la cual se llama, do-de antiguos tiempos, Nueva Palmira. El paraje es, según nosotros, pintoresco, poético, etc. Según las personas que se preocupan de los números y que hacen estadística, es Nueva Palmita el centro natural de exportación de una zona, la más rica quizás de la república, y un puerto que con el transcurso relativamente breve de algunos años llegará á tener verdadera importancia y digna representación en los cuadros donde periódicamente se hace conocer al público la renta producida por las aduanas del litoral.

El arroyo de San Salvador, que se lanza al Uruguay pocas leguas más al norte, es la arteria fluvial que da relativo movimiento comercial a la antigua villa de Dolores. Antigua villa, histórica y famosa villa, en verdad! Fué fundada, si las crónicas no mienten, allá en 1624 por el benemérito y sin embargo hace muchos años olvidado sacerdote Fray Bernardo de Guzmán.

Mercedes, reputada por sus aguas, está, como todos los niños de escuela saben, á pocas leguas del Uruguay, sobre el principal de sus afluentes, el Río Negro, Grandes han sido los progresos de esta ciudad en los años últimos. Sus calles, macadanizadas con una tierra rojiza y arcillosa que abunda en aquellos contornos, tienen reflejos atornasolados y son de una limpieza natural que debe ser envidiada con razón por la higiene, científica pero artificial, de estos nuevos tiempos-que corremos. Abundan también en Mercedes establecimientos comerciales de primer orden; existen allí edificios que harían honor á la misma capital y los campos del departamento del cual Mercedes es cabeza, tienen fama de ser los mejores de la república.

Pero sigamos viaje. A poco que lo sigamos, llegaremos á Fray Bentos, capital del departamento de Soriano, una ciudad pequeña, casi una villa, y sin embargo conocida en todo el mundo. Dónde, en que parte del mundo civilizado, no se conoce al saladero Liebig de Fray Bentos? Es el saladero famoso el corazón, á la vez que el estómago de la población aquella. Todo lo que Fray Bentos tiene de vida palpita, según la pauta que le imprima ese solo establecimiento, el cual, dicho sea de paso, no está situado dentro del ejido urbano. Del Saladero Liebig, de los precios que en él se paguen por los ganados, del número de animales que allí se faenen, de los centenares de peones que allí trabajan durante todo el año, depende la mayor ó menor actividad del comercio de ese pueblo esencialmente comercial.

Más arriba, Paysandú. Más al norte aún, el Salto. De las dos ciudades, las más importantes del país, después de Montevideo, ya hemos hablado y hemos publicado anteriormente cuantiosas ilustraciones gráficas.

Publicado en Rojo y Blanco, año 1901

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