Teatro Cibils

Ubicado en la calle Ituzaingó, entre Cerrito y Piedras, su construcción fue impulsada por el acaudalado banquero y capitalista catalán Jaime Cibils. El proyecto fue encargado al arquitecto uruguayo Juan Alberto Capurro y se inauguró el 9 de abril de 1871.

La madrugada del 2 de junio de 1912, un incendio terminó con el lujoso Teatro Cibils, respetando el fuego sólo su fachada con sus seis monumentales columnas que soportaban un frontón triangular decorado con un movido bajorrelieve alegórico. Su sala fue un permanente desfile del arte lírico en sus 41 años de vida.

Articulo en con base de:
Exposición del Parque Rodo Arquitecturas ausentes

Diario la República. 

Mapa:

No basta que viva en el recuerdo de las gentes nada más que por haber sido en su vestíbulo donde se desarrolló el trágico suceso del 17 de agosto de 1886 en que pudo haber terminado la vida del Capitán General Máximo Santos, presidente del Senado en ejercicio del Poder Ejecutivo…

El teatro Cibils tiene un sitio reservado y saliente en la historia edilicia y artística de Montevideo, donde figuró, con motivo, como su segundo salón de espectáculos por un considerable lapso de años. La iniciativa de dotar a la capital de un nuevo teatro, fué de un capitalista conocido ya por nobles y progresistas iniciativas anteriores, Don Jaime Cibils. Deseando que el futuro coliseo se alzara en el corazón de su barrio de residencia, dispuso Cibils que se levantase en un gran predio que poseía situado en la confluencia de las calles Piedras e Ituzaingó. Frente por frente estaba la casa habitación de Don Jaime. Explica esta sola circunstancia la ubicación, desde principio tal vez, un poco excéntrica del nuevo teatro, pero fué con el correr de los años y ante el desarrollo inverosímil que adquirió la ciudad como el Teatro Cibils vino a encontrarse en un extremo trasmano y deshabitual de Montevideo.

Sin embargo, aquel barrio, en 1870, era todo un gran barrio, a un paso del centro, inmediato a los mejores comercios de la calle 25 de Mayo, donde fincaban las más consideradas familias de nuestro mundo social. Poco a poco el desplazamiento que lleva el centro a la Plaza Cagancha, dejando a la Plaza Constitución tan solamente su prestigio histórico, relegó al Teatro Cibils a un sitio donde no se concebiría actualmente un salón de espectáculos.

Un técnico nacional de saneados méritos, el ingeniero Juan Alberto Capurro fué encargado por Cibils de proyectar su teatro. El predio de Cerrito e Ituzaingó media una extensión superficial de 2.500 varas según la medida entonces en uso y era conocido por la barraca vieja de Lelong.

Antiguamente aquellos galpones que apenas se sostenían en pie, habían sido depósitos de Aduana, con entrada por la calle Piedras. De allí esa dependencia fiscal pasó al gran edificio de la «Aduana Nueva», la misma que no hace mucho consumió el fuego en espectacular y famoso siniestro. La configuración del terreno no era la más propia para los que debía asentar sobre él: le faltaban unos cuantos metros de fondo, conforme ha de verse más adelante. Proyectó Capurro un teatro en estilo clásico, ceñido al gusto italiano de su escuela de estudios, y cabe decirlo sin ofensa a sus valores de técnico, no logró un conjunto feliz. Todavía se puede juzgar de los méritos de la fachada única que se conserva, frente a la calle Ituzaingó y acaso muchos estén de acuerdo con la opinión mía. Ilustran esta crónica notas gráficas que también pueden servir para calibrar un juicio.

El fondo escaso del terreno, a que me referí anteriormente puede darnos la elave de aquel vestíbulo sacrificado hasta reducirlo a un corredor de 18 metros de largo por menos de 3, de ancho, al cual daban cinco puertas de acceso cerradas por verjas. En ese estrecho pasaje, justamente fué donde el ex subteniente Ortiz descargó su arma contra Santos, en un sitio apto para la emboscada.

La sala sin ser grande, era una sala cómoda, con buenas condiciones visuales y acústicas y decorada con decoración preciosista, recargada de oro. En la platea cabían holgadamente 330 espectadores sentados. Los camarines, depósitos y dependencias accesorias ocupaban un cuerpo anexo con salidas independientes por Piedras. Los materiales de hierro y madera fueron traídos en su casi totalidad de los Estados Unidos, y el costo de la obra puede calcularse en medio millón de pesos.

A fines de 1868 se dió comienzo a los trabajos que, proseguidos sin prisa pero sin interrupción terminaron en 1871. Una vez listo el teatro se procedió a someter las galerías a una curiosa prueba de resistencia, a la que no quería consentir Don Jaime, por elementales razones de humanidad. En vez de probar paleos y tertulias, paraíso y cazuela con una calculadora de carga de bolsas de arena, por ejemplo, se optó por hacerlos recorrer por un batallón de línea a paso de trote. Por suerte la construcción era sólida y los soldados salieron a la calle sin detrimento ninguno…

El domingo 9 de abril de 1871, el teatro Cibils fué inaugurado, representándose por una compañía española la «gran zarzuela» en tres actos «El secreto de una dama». Figuraban en el elenco de la compañía las primeras damas Inés Alcántara y Lola España, y los actores Alliú, Astort, Aragón, etc. Una concurrencia selectisima asistió al acto inaugural del nuevo teatro «cuyas comodidades, lujo y precisión lo hacían sin disputa según los cronistas de la época uno de los principales de América».

A la 1ra función de abono, siguieron el lunes «La hija del Regimiento», el martes «Si yo fuera Rey» y luego «Marina», «El juramento» y demás piezas del repertorio español de la hora. Mala época, aquella para temporadas teatrales: en el país la guerra civil absorbía la atención de todos y era pena de todos; río por medio la fiebre amarilla hacía estragos en la República Argentina y estaban cerrados los puertos…

Inferior a Solís -no hay para que decirlo pero de mucha más categoría que San Felipe, por el escenario de Cibils desfilaron celebridades teatrales de fama universal. Recién muy a fines del siglo pasado se inició para el coliseo de la calle Ituzaingó una decadencia irremediable. En 1886, cuando el atentado de Ortiz cantaba en Cibils nada menos que la renombrada diva italiana Evo Tetrazzini. Vale la pena transcribir el cartel del 17 de agosto, día del trágico suceso.

Rezaba así:

TEATRO CIBILS
Empresa Ciacchi-Rajneri
Gran Compañía Lírica Italiana
Gran Función de Honor
a beneficio de la primera dama
EVA TETRAZZINI
El martes 17 de agosto
La ópera en 4 actos del Maestro Ponchielli
GIACONDA

En la que tomarán parte las Stas. Tetrazzini, Ceone y Pamprolini y los Srs. De Lucia, Brancoleoni y Sivori. En el intermedio del 2do al 3er acto la beneficiada cantará con acompañamiento de orquesta «La Nenia» (Muerte de Margherita) de la ópera Metistófeles.

El 10 de julio de 1912, en las primeras horas de la madrugada el Teatro Cibils fue destruido por el fuego, no escapando sino la fachada. Esa noche había dado su habitual función una compañía de zarzuela de escaso mérito representando por secciones: «La Garra», «El festín de los lobos», y la pieza de gran guignol «Luí». Al producirse el siniestro ya hacía rato que la sala estaba vacía y se atribuyó el fuego a un corto circuito.

El día – 1934

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